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El sábado, había contratado un servicio de tour, así que vinieron por mí al hotel, al principio fuimos a la plaza de las tres culturas, le llaman así porque hay una antigua pirámide azteca que excavaron, atrás una templo colonial y todo esto en medio de un montón de parques y edificios modernos.
Luego fuimos a la Basílica de la Virgen de Guadalupe, hay varios templos, la Basílica antigua se está hundiendo, como todo en el distrito federal de México, y hay una Basílica moderna, muy bonita y práctica para recibir a tanto visitante.
Hay una plaza frente a ambos templos, un reloj que tiene hasta el calendario azteca y un templo antiguo que regalo un señor.
Llegan muchos peregrinos con gran fervor, con música, flores y globos y cargando una imagen de la Virgen de Guadalupe en un hombros, pagan misas para pedir favores y agradecer bendiciones, de hecho en el camino a la Basílica hay una alameda para que los peregrinos puedan pasar sin interrumpir el tránsito.
Luego de estar allí nos fuimos a las pirámides de Tenochtitlan que son muy bonitas e impresionantes.
En realidad es una especie de ciudad con varias pirámides y construcciones, y unas plazas frente a las construcciones.
Nuestro grupo de viaje entró por un lado, así que nos quedó de frente la pirámide de la Luna que está media cerrada, subí hasta donde dejan, luego caminé por unas construcciones antiguas donde se veían los cuartos y algunas excavaciones, además habían algunos dibujos multicolores.
Luego caminé por las explanadas hasta la pirámide del sol que es bien alta, todo el mundo la subía, así que con el sol del medio día, el cansancio y la goma que me manejaba me puse a subir, ¡Vaya montón de gradas! Una vez arriba se podía ver todo el complejo, quedé cansadísimo pero estuvo bien tuanis.
Luego caminé por varias de las plazas hasta una pirámide que están excavando donde se veían unos jaguares saliendo de la pirámide. Con esto se acabó mi visita a las pirámides.
Mi grupo de viaje estaba compuesto por dos parejas de holandeses, un par de niponas, madre e hija, el guía que era un señor de pasados los cincuenta años, y mi almanaque. La nipona joven era un vacilón porque andaba un montón de símbolos del Ché Guevara.
El guía era muy buena nota, luego de que fuimos a dejar los holandeses y las japonesas, lo invité a comer tacos en el centro de la ciudad, de allí hacia el hotel, que por cierto al final terminé yo dando direcciones. De camino veníamos hablando de su vida, de como lleva muchos años separado, de como le dio una casa a su mamá y ahora él vive en esa casa, como su cuñada quiere "arreglar" las cosas, me contó sobre sus nietos y un poco de su vida, estuvo bonito tener con quién compartir una charla amigable.
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