Esto es un mensaje personal, espero que no lo consideren una cursilería. Es algo que me pasó y quiero compartir...
Ayer aprendí una de las mejores lecciones de la vida.
Manejaba camino a mi casa, como a las siete de la noche, cansado de un día de trabajo, preocupado por la caída de los fondos de inversión y la pérdida de dinero que esto podría significar para mí, cuando pasé por la intersección que hay al final de la Autopista General Cañas, vi a un adolescente tratando de vender lo que le quedaba de su venta diaria de confites caseros, melcochas, de esas que cuesta hacerlas porque se hacen a mano.
No me quedó más que parar y comprarle una. Su respuesta fue "Gracias".
La verdad es que me sentí como la persona más mala de la tierra, yo preocupado por perder dinero en la bolsa de valores, mientras este muchacho se gana la vida arriesgándose a ser atropellado, vendiendo bolsitas de melcochas a cien colones cada una.
Eran las siete de la noche, ya hacía frío y él seguía allí tratando de terminar con su venta diaria para poder comer, mientras yo me dirigía a mi casa abrigado en mi carro, sabiendo que en mi casa me espera la cena.
Yo tengo un buen trabajo, y me quejo porque no gano más. Mientras este muchacho no le queda otra que seguir en esa esquina tratando de vender su producto.
¡Qué Dios me perdone!
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