Ya se fue la naviddad, y con ella las presas, la gente manejando como locos en las calles, las filas para hacer las compras navideñas, los parqueos llenos, los supermecados abarrotados, los precios altos, la especulación, en fin, todo lo malo de la navidad.
Sin embargo queda lo bueno, la alegría del niño que tuvo un juguete, los alimentos que recibió la familia pobre, el regalo para el abuelo abandonado, el perdón para aquellos que nos hirieron.
Esta es una época diferente, y aunque acepto que quiero matar al gordo panzón cada vez que veo un tumulto de gente o carros, o que ponen un villancico una y otra vez en las tiendas, es mayor mi sentimiento de solidaridad con los que menos tienen.
Me dió lástima ver los resultados de una encuesta hecha en el Diario Al Día, en la cuál preguntaban: "¿Qué sentimientos le producen a usted las fiestas navideñas?" Y las opciones eran: Felicidad, Nostalgia, Depresión, Solidaridad.
Con tanta gente necesitada en este país, y en el mundo en general, la "Solidaridad" quedó de última, eso deja mucho qué pensar...
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