Cuando yo estaba en la U, en laboratorio eléctrico 1, tuve un profesor bastante sui géneris: Don Jaime. Mucha gente no lo quería porque decían que era malo, a mí la verdad no me pareció malo.
En el curso había un muchacho, "El Maestro" Carlos que era alcohólico en esa época y por lo tanto era algo vago. No era para nada tonto, de hecho era muy inteligente. Trabajar con él era algo complicado por su adicción pero se podía.
Había también otra compañera, Marcela, que tenía fama de vaga, de hecho a un compañero lo dejó guindando con un laboratorio.
El trabajo de laboratorio final era el más importante. El día que se organizaban los grupos la muchacha antes mencionada llegó tardísimo, entonces el profesor organizó las parejas y puso a la dama con "El Maestro". En el mismo acto la muchacha pide la palabra y dice algo así:
-Profesor yo no quiero trabajar con "El Maestro" porque él ha demostrado durante todo es semestre que no tiene capacidad y además me cae mal.
Entonces el profesor le contesta algo así:
-En la vida y en el trabajo uno se encuentra mucha gente que le cae bien o mal, por ejemplo: Marcela, usted me cae mal. Pero igual acá le doy las clases y la trato igual que a todos los demás. Hagamos una encuesta: ¿Quién quiere trabajar con Marcela?
Entonces todos los compañero mantuvimos la mano abajo.
-¿Quién quiere trabajar con Carlos?
Y todos levantamos la mano.
Más allá de la anécdota cómica, ese día aprendí una gran lección de profesionalismo: No importa si alguien te cae bien o mal, debes aprender a trabajar con esa persona.
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